03 junio 2011

Un eslabón de óxido

La gloria deflagadora de la muerte
el desarraigo expansivo e invasor de los mil y un encadenados
hoy se acarician las mejillas entre sí
y juntos, vuelven palabras las viejas imágenes
de aquellos treinta y seis tantos.

Cobijando las punzadas y las lágrimas gratuitas
una O angosta es abrigada por un pañuelo
que no ha de servir sino de vehículo
a las uniones que no tienen razón de ser,
a la libertad de aquel qué no se ve en su entorno.

Una gota del elixir de vida puede renconstruir ese árbol caído y ocre
que pinta desolado el campo de asfalto y acero.
puede regresarle el tinte actual y la tranquilidad
de aquel simpático caminante,
que no podía andar sino por los bulevares de las nuevas tierras.

El vibrar sonante y poderoso de unas cuantas teclas,
los gritos agónicos, hoy afinan y entonan agudos
las canciones que nunca fueron ni serán cantadas.
Volverán a ellos las almas, sólo por un instante,
para poder ser lo que nunca fueron: Más que números.

La blancura y la aspereza de las pieles
los pelos blanquecinos y grises, como el mismo cemento
las uñas destruidas y los sueños...
Los sueños vueltos migajas, por una vida que cesa
víctima del Ser nacional prostituido.

La mirada desesperante y sorprendida
de ése hombre que hoy me tantea el rostro
porque no me conoce, pero me ve.
me convida un poco de su destino de callejón,
y me apreta con fuerza el cuello, no para ahorcar, sino para grabar.

Delirios sólo quedan para suponer
y ensoñaciones inspiradas pueden brotar por momentos.
Hoy nuestra sonrisa es suave y prepondera.
Hoy somos hijos de una tierra, que regada con sangre, dará frutos
Mañana...

Mañana estaré despierto

Intentando no olvidar.




A los años que no me tocó vivir
pero me tocó recordar
A los muertos que no me tocó conocer
pero que al día de hoy, me sonríen por doquier
a los abrazos que le debo al mundo
por los nudos que no me pertenecen.

Otra pequeña golosina amarga
mientras esperamos el colectivo
en esta Banca Verde

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