08 diciembre 2009

Una Vez en el Blanco


'Una vez'
dijo luego de mi abrazo,
mientras levantaba su tersa mano al aire, enseñandome solo su dedo indice.
'Una vez amé bien'
concluyó, sonriendo y buscando mi rostro con la mirada.
"¿Y que tal?"
dije, continuando el tema
'Sonará a repetido,
pero el cosquilleo asombra de intenso
y de tranquilizador.'
"¿Que clase de Amor?"
intenté de aclarar antes de que siguiese.
'Del unico que existe, el que no tiene nombre'
dijo, y reavivo su gesto de perderse entre la espesura
del algodón que revoloteaba a velocidad imperceptible.
'Fue en invierno'
sentenció antes siquiera que lo invite a seguir.
'La naturaleza respeta al verdadero amor en invierno,
no en primavera o en verano.
En el invierno el frío busca abrigo
la nieve busca espectadores
el silencio busca el discreto sonido del besar.
La primavera solo incentiva a la busqueda,
y nos hace creer aves.
Ellas solo se aparean, y suelen cambiar su pareja.
sin embargo, el Blanco no nos deja.
Su nombre era Armonía.'
"Cuentame mas"
incentivé intentando de atraer de vuelta al mundo
a ese joven que lustraba con la memoria
los momentos dejados al polvo largos relojes atrás.
'Todo comenzó por la naturaleza.
La conoci en una plaza algo arbolada,
amigable y tendenciosa.
Sólo nos vimos caminando,
y con un gesto totalmente invisible,
nos sentamos en una banca, como esta misma,
solo que blanca como la nieve que la sabía cubrir.
La charla comenzó por nuestros nombres,
y termino por todo.
cuando el sol hubo dormido, fuimos a tomar un café
y alli continuamos hasta el amanecer.
Nunca conocí alguien que nunca haya conocido a alguien como yo.
y eso mismo nos sirvió en copas de cristal
la hermosura del autentico amar.'
"que sucedió despues"
'Despues... despues nos seguimos reuniendo.
La busqué la misma cantidad de veces que ella a mi,
y no importó cuanto la amé, ella me igualaba.
Lloré varias noches, no de tristeza, ni de felicidad,
sino de confundido y obtuso.
Era inconcebible una relación tan hermosa.'
"Suerte la tuya, envidia la mia, jóven.
Nunca tuve algo similar."
'Sin embargo lo mas hermoso,
fue que ella tuvo que partir.'
"¿Lo mas hermoso?¿De que hablas?"
exclamé indignado, y mareado por igual.
"¿No era ella el verdadero amor?"
'Por eso mismo...'
Dijo cerrando sus ojos en señal de paciencia,
al no haberlo yo dejado concluir su idea.
'...Se fue con hermosa tranquilidad.
No fue derramada una sola lágrima-
Ese dia en su hermosura solo se vio alterado su abrigo,
ya que partía a tierras mas cálidas.
Nos besamos y nos dijimos Hasta Luego
Yo con mis ojos castaños, ella con sus Verdes.
Y así ella se fué de mi ciudad.
Mas está en mi vida en forma de leyenda,
y de prueba tangible de que ése amor existe.'
"¿Que crees que este haciendo ella ahora?"
dije, perdido en el interés.
'Ahora...
Seguramente esta hablando del verdadero amor
a una mujer tristemente sentada junto a ella,
a la que acaba de conocer,
sentada en una Banca Castaña.
A ella seguramente le esta interesando el tema,
y espera con ansias, a mi personaje en la historia de Armonía'
Sonreí y coloque mis manos en los bolsillos,
todavía agraciado por la bellísima historia
y su abierto final.

"¡Qué hermoso reencuentro!"
suscité con fuerza
'¿Cual encuentro?'
preguntó sin entender

"El mío con mi esperanza,
y el de mi rostro con cualquier sonrisa
que no sea de compasión"

Esbozó una sonrisa relajada
'Ojalá dure'
me deseó casi automáticamente.

"No lo hará,
pero aún así,
gracias por todo esto"

'No hay de que'



Ya comenzaba a conocerme.

02 diciembre 2009

Intenta



¿Porque sonríes?
Le dije al joven, mientras sus comisuras terminaban de realzar sus mejillas.
¿De ti, de que más?¿Es que acaso ves algo mas que tu, yo, esta vieja banca?.
No estoy intentando de hacerte reír, ni estoy disfrutando que lo hagas.
Le reclamé un tanto ofendido.
¿De verdad ignoras lo que eres? Eres un simple hombre complicado y empequeñecido por sus propios pensamientos y sus propias encrucijadas.
Lo miré con interés.
Ya no sabes disfrutar la vida, tus observaciones, tus juicios, el solo hecho de detenerte a pensar, te esta haciendo perder.
¿Como dices?¿Perder que?
Un ejemplo. Tienes una mujer junto a ti, a la que quieres. No sabes lo que ella piensa, ya que dejas ese espacio vacío, por miedo a equivocarte. Observas sus movimientos, y esperas respuestas. El tiempo va a pasar, y estarás cada vez mas o menos convencido de saber lo que ella siente.
Eso creo, dije.
Ahora, yo tengo una mujer junto a mi, a la que quiero. yo la Abrazo.
Pero, ¿y si realmente ella no te quiere?
¿Qué con eso?
¿Como que "Que con eso"? estarás abrazando a alguien que no quiere hacerlo.
Pensó un momento.
Dime, ¿a que quieres tu mas rápido: a quien te observa desconfiado, y tiembla inclusive hasta con un beso en la mejilla, o quien sin que lo esperes te abraza y no espera tus reacciones. Aunque no quieras, o no pienses en abrazar en esa persona?.
Cierto. Mas no dije palabra.
Yo puedo responderme esa pregunta. A la segunda. El mundo decae compañero. Nadie te ayuda si algo se te cae en la vereda, habrás de viajar 200 veces en el colectivo, para que alguien saque un conversación de la nada. Nadie quiere conocerte, a nadie le interesa que comida te gusta, como te gusta dormir, quien es el amor de tu vida, NADA!.
¿Que hacer entonces?
Ahí la pregunta de verdad. Yo personalmente, pienso contagiar este sentimiento. Normalmente la gente piensa, Que extraño seria abrazar a alguien desconocido... Y si te abrazan a ti ¿no sería mas extraño?
Ni hablar, nunca lo planteé.
¿No sería bellísimo?
Si, la verdad me estremecería que me abrazasen en la calle.
En ese momento dejarías de buscar tantos caminos y atajos... porque ya estarías donde quieres estar: en los brazos de la otra persona.

Sabes... lo que dices es imposible. Dije, intentando esfumar el humo de la imaginación.
Lo es. Dijo apartando de mi la mirada. Pero es lo único que me hace seguir adelante con todo esto.

mi recline como el sobre el respaldo, y el grito sordo de la madera y de los clavos no tuvo tiempo de reclamar todo el peso que yo ejercía.

Algún día recibiré un abrazo de un extraño. dijo mirando las nubes blancas bailando el lentísimo vals del viento.

Honorable esperanza. Pero no soporto los "Algún día"...

y lo abracé.

13 noviembre 2009

Dialogo con un Tramposo.

Bienvenido a mi vida.
Sé que hoy estas de espectador.
Y espero sepas entender y respetar
cómo vivo aquí.

Verás herrumbrosas mis herramientas,
rústicos mis muebles,
bajos mis techos,
e iluminados mis espacios por el sol.

En mi casa es de día desde que el sol nace
hasta que muere.

Se escuchan las bestias desde afuera,
que maullan a las lunas.
Más yo aquí me siento seguro
y con mis manos prendo mi fuego
y hago de cada detalle,
con rica, a mi opinión, mano alzada
todo lo que aquí ves.

Aquí también pienso,
y llego a las conclusiones que se me permiten
porque no he de llegar mas lejos de lo que mi verdadera mente me deja
de lo que la naturaleza me regaló.

Yo creo haber entendido
que tu eres uno de los tramposos.
Has besado el velo,
y ahora todo para ti es mas accesible.

tus herramientas exóticas, aparecen y desaparecen
y son por demás practicas y hermosas, porqué no.
Mas no surgieron de tu mano.
Tus muebles tapizan paredes y pisos,
con formas retorcidas y coloridas,
incoherentes y repentinas.
Aparecidas de la misma nada,
creadas por ti, sin siquiera saberlo,
y sin haberlo pensado.
Creo saber también, que tu techo,
según los tramposos que conozco
no tiene limite,
y el cielo no supone mas que allí donde van
los primeros de tu estirpe... y todos aquellos
que no soportaron la benevolencia del flúo
y perecieron.

Más este cielo tampoco vale, Ya que no es de Día
ni de Noche.
Es de Tiempo, es de Locura, es de Extrañeza,
Es de Dios, es de Flores, es de Embriaguez.
Es lo que tu "Quieres" cuando quieres.
Mas tu no eres tú cuando haces trampa.
Eres solo un ser humano, que no ES.

Las bestias son fuera de tu casa corderos, y bisontes galácticos,
inofensivos y charlatanes, que toman sus seminarios a toda hora
y con su eco, dormir o reír es mas fácil. Ni hablar de participar.
te sientes seguro, también, porque un mundo emana de ti
sin haber hecho nada. Solo respirando.
Aplaudes para ver tu fuego. y este, aunque no te caliente, te reconforta.
Nunca importante que todo esto no exista, y si lo hace, no es culpa tuya.

Tu no piensas como yo.
tu analizas cosas estrafalarias, que no creíste saber.
y que de hecho no sabias.
Pero bueno, la trampa es así, sabes.
Llegas a conclusiones que no puedes abarcar
y te generan un cierto renombre.
Son en mayoría bastante geniales.

Pero de que valen, si no son tuyas?
no lo son! créeme.

Sabes, yo creo que cuando uno hace trampa,
cuando uno no respeta lo auténtico,
Los objetivos son fáciles, y pierden lo interesante
lo místico, lo misterioso.
lo REALMENTE interesante. No tu mundo alterno.
que al acabar, al desaparecer tus herramientas,
los colores, los muebles... Al reaparecer tu techo,
y al convertirse los corderos y bisontes
de nuevo en bestias.
Ocurre algo que no soportas.

Tus herramientas no son siquiera herrumbrosas,
NO EXISTEN.
Tus paredes están mas blancas que las mías,
tus muebles no soportan el aleteo de una avispa,
tu techo hace que camines con el cuello torcido.
Las bestias no solo maullan a la luna.
GOLPEAN TU PUERTA, y tu aterrado, no sales de tu rincón
frío, húmedo, y mas pequeño aun que tu coraje.
No sabes hacer tus herramientas, ni tu fuego.

Aplaudes desesperado, y no solo no aparece tu abrigo,
sino que enloqueces a las bestias, y te asustas aún mas
ya que no conocías su verdadero sonido.

Ahora, para sobrevivir, para no morir bajo tu propio filo
para no ser muerto de frío, ni ahogado de susto por las bestias.
No tienes otra salida
que lamer el velo.
Y volver a esa mentira, que solo te hace descuidar tu casa.

Sigue tranquilo, pues tu y yo bien podemos

Ser buenos Vecinos.

18 octubre 2009

Dime entonces mujer:

Admiras la inmensidad
y cureoseas las pequeñeces
amas la devolución de Dios a tus buenas obras
y odias el chocolate y la frutilla.

Recuerdas con alegría epocas negras
y críticas con dureza este presente gris.
Dime entonces mujer admirable
¿Donde quieres estar?

Eres la persona mas tersa
que mejor lo oculta tras roca
dime entonces mujer
¿Como quieres ser?

Te duele mucho el perder
mas nunca te surge un abrazo
dime entonces mujer
¿Que es para tí el amor?

Eres para mi, punto de partida
modelo de tantas cosas
dime entonces mujer
¿Por que me gritas?

Te alabo sin verdadera intención
y adquirí de ti mis rasgos distintivos
dime entonces mujer
¿Por qué me corrijes?

Solo contestarás
"Porque te amo,
y soy tu madre"
y allí, y solo allí mujer

Cerraré el hocico
y pondré mi guitarra en su lugar.

Para mi madre.
Que me ama con odio
y no sabe que cada vez que ella me recuerda,
es porque yo la estoy amando con todo lo que tengo,
sin decirselo.

04 octubre 2009

Cambio


Lo vi perderse en la niebla.
Cómo en la lejanía se tornaba invisible
fue un espectáculo que no todos aprecian.
Allí quedé solo un momento
y me dediqué a reflexionar,
y a escuchar los suaves rugidos del viento

"¿Está ocupado?"
'Para nada, tome asiento'
dije imitando la amabilidad.
"No es una buena tarde, sabe"
me dijo ese hombre joven.
Su aspecto era enérgico, pero apagado de momento
era como un sol, que justo esa tarde, eclipsaba.
'Dígame que es de amor,
y tendré cosas para decirle de sobra'
Dije riendo
"Amor... no,
por lo menos no del que piensa"
Por un segundo ese hombre me recordó al anciano
'¿Que sucede?'
Pregunté con un tinte de preocupación
"Es extraño... verá.
Este mundo fue todo mio:
Sonreír traía sonrisas,
Besar traía rubor,
Hacer traía recompensa,
y Ayudar traía confianza...
Pero esta tarde, el mundo se tornó impredescible
y las nuevas reglas, sabe, no las entiendo.
Todo parece haber cambiado,
y tengo la condenada sensación
de que la unica forma de volver a mi estado anterior
es huyendo. Dejando ÉSTE MUNDO atrás."
'Lo és'
Y lo miré fijamente.
La sorpresa no pudo ofuscarse.
'Pero no es el plan que habrías de buscar
el de volver a ser como antes.
Las reglas no han cambiado,
tu lo has hecho.
Has evolucionado joven,
será para bien
será para mal
pero el tiempo tiene una regla
que no se puede romper:
El pasado es pasado,
y no puedes regresar.
por mas millones que tengas
por mas esfuerzo que hagas'
Sus ojos humedecieron
"¿Que hago yo entonces,
donde comienzo?
Han pasado cosas,
y he cambiado
es verdad.
Pero no he hecho mal
por lo menos no intencionalmente.
Todo aquello que intento
no resulta como espero.
Mis cercanos se sorprende de aquello cuánto hago,
y no entienden los porqués.
¿Es acaso necesario explicar a todos y cada uno estos cambios?"
'Cuando uno cambia'
Proseguí
'Se vuelve impredescible al mundo.
Y aquellos que realmente creíste te conocían
te desconocen mas que nunca
y además no tienen la paciencia ni la dedicación
para entenderte,
y cambiar contigo.
Esa gente quería a lo que eras antes
y ese cambio ha de llevarse tanto a tu antiguo comportamiento
como a todos aquellos
a los que se hubieron acostumbrado a él'
"¿Olvidarlos?"
'Eso nunca,
Felicidad una vez,
digna de remembranza.
Todos aquellos que supieron hacerte reír
que supieron comprenderte
y que te han querido
tanto o más de lo que tu los has querido a ellos,
deben estar siempre en tí
para recordarte como eras
y qué te hacía Bien.
Pero seguir con ellos,
e intentar de regresar
solo trae tragedia y un sin fin de amarguras.
Como buen boxeador, amigo
has de saber
Cuando Retirarte'
y le sonreí

Él no sonrío, pero tampoco sollozó.
El nudo en su corazón se veía mas alla de la niebla.

'Me haces acordar a un viejo amigo'

Dije, y vi perderse mis ojos en la niebla

27 septiembre 2009

Diluvio


"Imagina una aldea"
Dijo. Los finos cabellos de su barba se mecieron con una brisa.
"Una aldea en algun lugar muy selvático.
Allí la gente pasa su vida despreocupada,
sin embargo, a veces, un diluvio llega con fuerza
para llevarse todo, inclusive algunas vidas."
Despacio, tomo aire y siguió:
" Para protegerse, la gente tiene que construir algo que los defienda
de la lluvia tan fuerte, y de los derrumbes.
Asi, algunos construyen casas,
levantan paredes, buscan lugares altos para pasar la tormenta,
o hacen canales para desviar el agua."
En ese instante cerró los ojos.
"¿Y si te digo que el diluvio son los verdaderos problemas
y los refugios son las cosas, personas o actividades en la que nos refugiamos?"
'Me parece una buena analogía' agregué, sincero
"¿y si te digo..." siguió como si hubiera sabido de antemano mi respuesta
"...Que los refugios son imaginarios,
y que todo lo que hacemos para sobrevivir este diluvio es falso?"
observe perplejo al anciano
"Si el diluvio lo unico que hace es remover la tierra por debajo de los habitantes
y es inminente el desate de una catástrofe
Dime, ¿que es lo que esta bien?"
pensé un momento, y el espero tranquilo, pero curioso
' En esta aldea, ¿la gente sabe que lo imaginario es así, imaginario?
y si no es así, ¿es conciente de que la aldea esta en peligro por la tierra debajo de sus pies?'
le pregunte al hombre en la banca verde.
" Para nada:
Para ellos, las paredes son del mas robusto de los materiales,
los arboles donde trepan son los mas altos y recios,
y los canales son de lo mas seguro para desviar el agua.
Además la aldea no se inmuta con el agua que pasa por debajo de ella
,nadie lo advierte.
Por lo tanto, distraidos, y sin opción
esta gente va a caer, o en el diluvio,
o en el hundimiento de la aldea.
Eso tambien pasa con la misma vida.
Cuando los problemas azotan a la persona
esta se refugia en distintas ideas imaginarias
puede ser una amistad, una pareja, una actividad
-Como el arte o el deporte-, una ideologia, una filosofia
una cultura o una determinada conducta,
que justifica todo su accionar ante ese problema o 'Diluvio'
Los problemas pasan sin dañarnos
pero por debajo, estan preparandonos para un derrumbe.
Al momento de darnos cuenta que nuestro refugio
es pura mentira y excusa de autoengaño
quedaremos totalmente expuestos, y caeremos junto con la aldea,
que sería nuestra vida en general"


'¿Tu refugio?' pregunte
"Existe apenas, y no es efectivo... porque se que no es verdadero"
replicó el hombre
"Por eso estoy aqui, triste y sin un objetivo,
mas que el de decirle a alguien como a tí
lo que puede llegar a pasar en su vida.
Mi refugio es ese."


Se detuvo el hombre. Se levantó.
Y como vino, se fue

En silencio.


19 septiembre 2009

El pozo


"¿Ves este pozo?
Este pozo recien comienza,
y en su superficie la luz todavia acaricia"

Dijo mientras con el bastón removía tierra del suelo

"Debajo es oscuro,
y mientras mas profundo llegues,
la oscuridad y la humedad será mas potente.
El único requisito para no seguir cayendo
es salir.
Cada centímetro el pozo será mas largo
y así sera la lejanía con la salida, y la luz.
Sólo eres arrastrado por tu peso,
y la fuerza que tiende a empujarte dentro.
Nadie termina de estar dispuesto a sacarte de él,
por el miedo a caer también.
Incluso gente se valdrá de ti
para acercarse a la superficie,
sin saber que ayudandote
es cuando mas cerca van a estar de la luz..."

Naciendo de sus ojos
cayó de entre sus endurecidas arrugas
una gota de recuerdo
adentro del pozo.

Sóla ella bastó para llenarlo por completo.

Allí el me dijo,
sin decirlo,
que con solo una lágrima
alcanzaría para poder llenar ese pozo
y nadar a la superficie.

Cuando una lágrima cae
toda tristeza fué demasiado lejos.
Allí es donde tengo que recordar la luz
y volver a ella,
sin importar la profundidad,
la humedad,
la oscuridad,
la cobardía,
el egoísmo,
o la soledad.

Sólo llegando a esa luz al comienzo del tunel
podré esbozar una sonrisa
y sentir ese suave cosquilleo en el oído.

Puse mi mano en su hombro:
"Tranquilo hombre.
Lloras de recuerdo,
no de sufrimiento.
Acabas de aclarar muchas cosas,
y mi vida cambió, como tantas veces."
Y le sonreí

Ambos sonreímos.

05 septiembre 2009


Me conto entonces de la silueta disuelta en la nieba gris
que inmovil aumentaba su tamaño
y solo en la imagen contrastaba la calle
Ese hombre estaba solo.

"¿Recuerdas ese tipo?
tu sientes que en la calle solo hay un hombre solitario.
¿Qué sentirá ese hombre, que no tiene figura alguna
ni siquiera difuminada, para ver
mientras inhala niebla y nostalgia?
Ese hombre quizá este ahi
solo para que tu no estes solo
y nunca esperará reconocimiento.
¿Nunca pensaste en eso verdad?
Siempre hay alguien que por detras
empujando la rueda triangular de tu insolencia
y tu ni siquiera eres conciente.
Piensa el mundo de esa manera"

Dijo sereno el hombre mientras miraba el piso, sentado en la banca,
entre sus dos brazos sosteniendo su baston. Levantó la cabeza sin mover el resto del cuerpo
y me miró con una triste paciencia.

"¿Entiendes lo que te digo?"

El habia sido ese hombre

31 agosto 2009

Ante y todo, y sobre ello, miré angustiado su sonrisa acongojada
Resopló entonces y dejó caer sobre mi marea de ira una idea
que lustrosa desbarató toda malintención.

"Harás de ti el resto. Soplarás las velas de los barcos de otros.
Sonreirás lagrimas ajenas, y arrastrarás problemas
de los que no formas parte.
Serás así para tí, para mí, y para tu Dios,
aquel que merece morir con rapidez,
pues es este mundo, sulfuroso de inconsistencia,
el mundo al que no perteneces.
Tu mundo habría de ser merecedor de tales tratos,
habría de ser recíproco e igualitario,
pero tu, hombre bueno entre humanos sin cuajo,
no entiendes esta idea, pues tu bondad te enceguece.
Puedes intentar mejorar tu resto,
puedes empujar ruedas triangulares
pero este mundo, que es gargantuesco,
sera lo abarcado que no has de apretar"

Mi Dios es el resto le respondí. Aún hoy persiste mi cojera,
del hombre que junto a mi se sentó en la banca, y con afán de justicia
y rectificación hundió la pulida madera de su bastón en mi pié.

Aún dudo...

¿Pero porque esperar?
Gente hoy brota de sufrires,
y yo insolente e ignorante,
he de hacer algo, para que esa desesperanza desista,
por lo menos durante un abrazo



Bruno Daniel Martínez

27 agosto 2009

Algunos soplan.

Me han dicho que por hacer bien, bien he de recibir
Que por dar dinero a quien no tiene, se me dará salud
Que por llorar a quienes no conozco, quienen no me conocen lo haran por mi
Pero nadie nunca me propuso escuchar a quien me habla
Entender aquello que me dice, y respetarlo de verdad
para que cuando realmente tenga algo que decirle al mundo
No suceda lo que en realidad sucede
Nadie comprende la amabilidad del oido,
o la importancia de la sonrisa.

Si por mi fuera...

No sé. Es lo que hay.
"Les suena?"

¿Todo miercoles de Niebla, termina siendo Jueves radiante?
Esperare en esta banca verde, a que Él me conteste

25 agosto 2009

Aíd - Bruno Martínez

Hasta que le agarre la mano al Blog, voy a subir cosas mias... Este es un Cuento, que escribi yo luego de leer 100 años de soledad y un par de cosas mas... tiene todo un aire, pero es diferente.

Espero les guste, y bueno... Yo creo que lo voy a cerrar donde lo deje. Toda critica es, mas que bienvenida, solicitada:

Aíd - Bruno Martínez

Capítulo I

Levantó la vista para dejar de tenerla. Adquirió entonces el viento el protagonismo, convirtiendo una maraña de manchas, colores, detalles, gentes y pasiones, en un océano ocre, uniforme, opaco, difuminado. Muerto.

Una tira de tela le cubrió la vista, pero el sonido seguía constante. La imagen le recorrió la cabeza como una brisa: recordaba su habitación, cuando, luego de apagar la luz, el sublime sonido del piano resonante continuaba.

Un frio discreto le recorrió el vientre y acabó en su cara, donde un paño áspero le rozaba desde lo bajo de su nariz hasta el fin de su frente. Hacía fresco, como siempre.

¿Quién sos? – Siempre tan predecible. No se escuchó respuesta. Levantó sus manos, convertidas en ojos, buscando pistas. Acarició el tejido con tranquilidad, con la esperanza de reconocer esa comezón que creía recordar. Falso, era desconocida. Siguió la inspección con las yemas de sus dedos, hasta topar unas frías manos, un poco temblorosas. Nunca supo si era por la situación, o por los tenaces y gélidos soplidos del invierno austral.

¿Julián? – Seria raro. Julián vivía en el centro, y no hacía bromas de ese estilo. Tampoco tenía manos tan suaves. No creía conocer a nadie que las tuviera tan tersas. Apresuró el nombre, porque no hacia mucho había prometido recibirlo en una visita inesperada.

Perduró el silencio. La corriente rugía en sus odios. Seguramente también lo hacia en esa persona, de rostro y cuerpo borrosos navegante en su imaginación, que como un libro que saltaba las hojas, repasaba nombres y afectos buscando responsables de esta picardía.

Dale, no es tan difícil – Sólo tuvo que oírla hablar para reconocerla. Desahogó alivio en un sollozo estruendoso. No se preocupó por la bufanda vieja que le había regalado años atrás, suave entonces, que le cubría el rostro. Giró sobre sí, y sin restricciones la enrolló en sus brazos.

¿Me extrañaste Iván? – Era su nombre.

Elena, volviste… – pronunció entre ropas y suspiros de tranquilidad.- Vamos a casa, mamá va a estar contentísima de verte.

Capitulo II

Elena era una mujer apenas mas baja que Iván, su hermano. Tenía los cabellos largos y lacios hasta por debajo de los hombros. Cascadas de un rubio ceniza, y mechones de un castaño rozagante refulgían de un sepia oscuro, similar al de la bufanda; todo esto cubierto por un gorro de lana. Una mirada prudentemente alegre siempre asomaba a través de ese espectáculo dorado y cobrizo. Sus ojos eran de un profundo marrón, chispeante y curioso. Era delgada y menuda, más allá de su estatura.

Esa tarde vestía más peculiar que nunca: Pantalones de jean largos, con dobladillo hacia afuera y amplias botamangas, que revestían su calzado. Unas zapatillas de un color indescriptible, ya sea por el uso o la suciedad, se exhibían pequeñas por debajo de la gruesa tela. Una polera color pardo de lana la recubría desde el cuello hasta por sobre las rodillas; era como si ella se hubiese encogido luego de haberse comprado esa ropa, ó de haberla conseguido. No sabía de ella desde hacia veinte años.

Iván, en cambio, era un muchacho de ciento veintiocho años; setenta y dos menos que Elena. Era un joven ordenado en su imagen. Su pelo era corto de un negro opaco y algo graso, peinado hacia atrás, como si el viento y sus ráfagas mantuvieran sus cabellos extendidos hacia su nuca. Demostraba la salud y el vigor de los nuevos adultos. No podía faltar la sensación de que cambiaría el mundo. Llevaba consigo un aire de vacío, de carencia. Su hermana ya estaba acostumbrada a ese aire. Vestía un sobretodo azabache que le llegaba hasta los tobillos. Unos pantalones de jean grises que, contraponiéndose a los de la muchacha, tenían un corte clásico y le calzaban perfectamente; su madre no lo dejaría ir desaliñado por la calle.

Bajaron por la escarchada calle Heraldos, la casa no estaba muy lejos.


Capitulo III

Uno de esos silencios que suceden luego de largas ausencias se apoderó del recorrido. Mucho tiempo había pasado.

La última vez que se vieron, fue una situación poco agradable: Elena con los bolsos junto a la puerta, con su vestido negro y sus zapatos bien lustrados, miraba apacible a su madre dándole las mil y un recomendaciones, invadida de llantos y suplicas que nunca hizo, hace, o hará visibles. Era un invierno como cualquiera, como todos.

Romeo solo tenia ciento ocho años, quizá por la pubertad no pudo entender porque se había ido. Solo recibió un “Va a volver, pero no la esperes” de parte de su madre, mientras su hermana se alejaba sola, arrastrando su equipaje por la calle Próceres.

En aquel momento ella no llevaba la polera, ni los pantalones que la superaran en tamaño, tampoco el gorro de lana; solo la acompañaba una bufanda ocre, que era la única prenda que contrastaba con su muda, y con su rostro, pálido detrás de oscuros cabellos negros.

El recordaba sólo haberle dicho que se cuide, y que la iba a extrañar. Ella sonrió tenuemente y le guiño un ojo cómplice, como quien sabe que todo va a salir bien, y que preocuparse es inútil, mientras desaparecía tras la primera esquina.

Recorrieron unos minutos la calle Heraldos, y giraron en Próceres. Las cuadras se hacían largas, hasta que se escapó un comentario:

-¿Lo tuyo bien, hermanito?- gritando, un poco ensordecida por el incansable aullar del viento, mientras caía como vidrio roto el silencio.

-Si, todo bien- contestaron los reflejos de Iván

-¿Que tan seguro estas?- dijo Elena entre risas, sabia muy bien de lo que hablaba, y lo que antes pudo ser un problema, para ella ahora era algo entretenido.

Capitulo IV

La casa los esperaba llegando al final de la quinta cuadra.

-Nada ha cambiado mucho, estos años…- Se atropellaron una tras otras las palabras de Iván, como las que pronuncia quién pelea contra la vergüenza de tratar con un desconocido.

-Ya veo… ¿Mi piano?- Preguntó Elena, pasando por alto el comentario.

-Lo afino los 12 de cada mes, como hacías vos…- Sonrío su hermano, quién veía venir la pregunta desde haberla oído hablar por primera vez, tras la áspera tela ocre de su bufanda, que ahora se mecía al ritmo del fuerte resoplar del viento. Se esbozó en el rosto de la joven un gesto que no se podía identificar entre orgullo o agradecimiento, ó quizá fue satisfacción, por haber coincidido la respuesta dada, con la esperada.

-Comenzaste a tocar, supongo…- Ese fue un “supongo” de aquellos que denotan otro sentido, traducido como “Decime por favor que en todo este tiempo que pasamos sin vernos empezaste a tocar el piano, y no que te quedaste sin tocar ningún instrumento como siempre te dije que harías, porque sino me voy a enojar: con vos, y con mamá”.

-No… pero mamá me esta mandando a violín…- Otra vez esa mueca serena. Quizá era cara de resignación, o de “te lo dije”, pero sabía Iván que no era tan simple. Ella había rogado por estar equivocada con sus augurios, pero no fue el caso.

-¿A violín? Creí que lo tuyo era el piano. Te sentabas horas a oírme tocar, y no me dejabas irme hasta que terminara todas las canciones que sabia, o hasta que te durmieras en tu pieza… ¿te acordás?- Como no recordarlo. Tenía ella tanta razón.

-Era chico Elena. Quizás exageraba un poco, o me encaprichaba… sabes la locura de la adolescencia…-

Elena se detuvo a dos casas de la suya, y lo miro incrédula, y algo enojada -Esas son palabras de mamá Iván, y lo sabes muy bien. Me olvide de lo boludo que llegas a ser con las cosas que te dice…- Cierto, muy cierto…


Capitulo V

Se alzaba ante ellos una casa de un amplio frente, en un barrio de los suburbios. Ella parecía resistir los centenares de años que tenía encima, sin embargo, daba la sensación que mientras cumpliese su función, nadie se preocuparía por ella. Su color se tambaleaba entre un blanco olvido, y un gris tiempo, que no contrastaba siquiera con las ventanas.

Entre la vereda, de unos dos metros de ancho, y la vivienda, que estaba bastante profundo en la manzana – casi en el centro-, existía un majestuoso jardín, resguardado por dos paredones. A través de el estaba el camino a la entrada.

En ese patio existían toda clase de vegetales, más aún plantas silvestres. Allí su madre dedicaba prolongados ratos de ocio, y aprovechaba a tomar algo de aire. Las paredes que protegían la zona, alcanzaban los cuatro o cinco metros de alto aproximadamente, y fácilmente eran otros cuatro de largo, por lo tanto, la casa se veía oculta tras la espesura de los arbustos y árboles de la parcela.

Majestuoso o no, el espectáculo botánico no había vencido el apagado color de la casa, y de ella también tomo el color gris: Los saucos eran, en hoja y fruto, de un gris tormenta; Las retamas extendían mil brazos pequeños de un color gris nostalgia, y los pétalos que en ellos crecían, eran de un blanco triste.

La casa en si misma era parte de la familia, y como tal, compartía virtudes y defectos hereditarios: Solía desempeñar su rol en silencio, y sin esperar devoluciones; requería ciertas atenciones y gastos; cuidaba a la madre cuando Elena estaba de viaje, y más aún cuando Iván salía a trabajar; La madre, a su vez, se preocupaba por que este en orden, y porque no dé impresión de desprolijidad; y lo mas importante, la casa necesitaba a gritos su Aíd.

Capitulo VI

Se abrieron paso por el tupido follaje , que Elena conocía muy bien, de tardes de juego con Iván cuando pequeños. El silencio de la caminata se ahondó con el callar del viento proporcionado por el refugio los grandes muros. El hermano menor tocó rápidamente el timbre, como si estuviese en llamas: no sabía si la madre estaba durmiendo, caso en el cual debería entrar por detrás con la llave escondida bajo las retamas.

Oyó los pasos decididos detrás de la puerta, ejecutando la ceremonia de siempre; levantarse del sofá frente al hogar de leña; caminar hasta la ventana, para ver algún coche, o algún conocido que conociese lo suficiente el ritual para asomarse por ella; soltar la cortina, y dirigirse a la puerta; husmear por el agujerito de la puerta; preguntar con un grito en Si bemol, “¿¡Quien es!?”; y abrir.

-Soy yo, mamá- Se oyó el retumbar metálico de la cerradura. Abrióse así la puerta, para dar lugar a la madre de los dos muchachos.

Se dejó ver a una mujer de baja estatura, de pelo corto algo escaso y rasguñando el blanco total. Lentes sin marco, de un cristal no muy grande ni muy grueso, pendían de su cuello, sujetados por una tanza adornada de unos canutos plásticos simulando el nácar. Su rostro estaba arrugado y algo endurecido, tal vez por el tiempo, o tal vez de tanto fruncir el ceño. Vestía un suéter de hilo de un rosa gastado, y una falda larga, de esa tela áspera con muchos bordados, color beige. De calzado portaba unas alpargatas negras, que solo usaba dentro de la casa. Que no existan dudas: si no era su hijo quien respondiere al otro lado de la puerta, la anciana hubiera corrido a su habitación a ponerse unos zapatos un poco mas…

“decentes”.

Para ella, sin ser consciente, el tiempo se había detenido casi un siglo atrás.

-¿Quién es esta nena tan linda que vino con vos?- Dijo la señora, mientras se apartaba para dejarlos entrar. Pasaron, y cerro con un golpe que alborotó la casa entera. Mientras se limpiaban los zapatos del hielo y el barro, Iván dijo:

-Mamá, es Elena- La casi milenaria mujer, se detuvo en seco, como si hubiera sufrido un paro cardíaco… Tal vez sufrió algo parecido.

Capitulo VII

Segundos pasaron en la habitación, pero veinte largos años volvieron a las dos mujeres, que se miraban fijo con los mismos ojos.

Elena y su madre tenían ojos idénticos, de color marrón profundo, y la manera en que se entornaban en todo aquel que les dirigía la palabra era exactamente igual; pasaban de observar un ojo al otro con un ritmo hipnótico, y no se despegaban de ellos hasta que no terminara la conversación.

Gran diferencia con Iván, que los tenía pardos y huidizos… Al igual que su padre, quién al salir a la busca de su Aíd, desapareció.

Con él se fue gran parte de la vida feliz que esperaban Iván y a Elena a su regreso. El entusiasmo, que al encuentro de la madre con la hija zozobraba en añoranzas, comenzó a esfumarse como azúcar a la merced de los huracanados vientos del sur mientras la vida tomaba nuevas condiciones, y rumbos.

La mujer entonces lúcida y de un agridulce humor, ahora había perdido todo rastro de ánimos e identidad. Tanto, que su nombre nunca volvió a ser nombrado, ni nunca más se le exigió un favor.

Mientras las orejas ardían del cambio de temperatura, la madre estudió a su hija pródiga con detalle. Ésta última no tuvo la necesidad de hacerlo, ya que la venerable anciana no había cambiado más que en la pérdida de algunos pelos, y en el blanquecino avance de los que resistieron las centurias.

-Te dije que volverías sin lograr las cosas- fue el primer comentario que exhaló la dama, con un dejo de malicia, que pretendía convertir las palabras en dardos.

-Hola, mamá…- corrigió Elena – Me sorprendió darme cuenta que sos la única persona en medio mundo que le habla con esa furia a su hija. Te extrañé.- concluyó con la naturalidad que dan las rutinas. Su madre admiró en silencio y con su rostro apacible escondió con urgencia la sorpresa, la perplejidad, el alivio, la preocupación, las dudas, las certezas… pero lo mas difícil de ocultar, debido a su tamaño, era el amor.


Capitulo VIII

Partió Iván a la cocina, que estaba en el fondo, a preparar el café. La madre y Elena pasaron al interior de la casa. Era de luces tenues, agravadas por lo nublado del exterior. Techo bajo y de madera, paredes de material. Una casa como la de cualquiera.

Tenia un amplio comedor, con un techo mas alto que el resto de los ambientes; allí pasaba la vida social de la casa, el resto de la existencia en el hogar, era tema de cada uno. Ninguno de los objetos de la morada merecían mayor importancia: Una biblioteca bastante completa, llena de libros que no terminaban de decir nada, una televisión, y una computadora de ocasión, hundidas en polvo de desuso. Un hogar de leña pequeño en el living que siempre ardía cerca de la ventana, y una mecedora de caoba a una distancia bastante prudente pero que aún recibía el calor de las llamas, también estaban entre las ostentaciones irrelevantes.

Pero sobresalía del oscuro contorno un gran piano color café, que relucía a limpieza y a cuidado. Él no se había perdido ni un solo momento de la vida familiar, y permanecía callado, como lo hubiera hecho su dueño eclipsado por la búsqueda de la esperanza: El padre de Elena e Iván.

Entro Elena a la cocina, un poco agobiada por el calor. Se sentó en el lugar donde toda la vida se había sentado. Hubiera parecido que nadie siquiera movió la silla.

-Lo conseguí mamá- Dijo mientras se terminaba de afirmar en el asiento

-¿Ah sí?, que bueno- Casi queriendo evitar el tema.

-Si… fue todo un tema- continuó, sabiendo que su madre moría por enterarse- Conocí gente de todas las culturas y lugares, vi unos paisajes bellísimos, aprendí un montonazo de cosas de lo que te puedas imaginar, creo que al final, el Aíd me encontró a mí…- No era palabra de libre pronunciación en la familia. Elena lo sabía, pero iba a hacer lo imposible porque lo fuera.

-¿Ya lo tenés? No me di cuenta…- dijo mientras acomodaba las tazas, y traía la rejillita donde apoyaría la jarra con café.

-Sabés, y bien, que no era ni la mitad de lo feliz que soy- dijo con una amplia sonrisa impresa en el rostro.

Capitulo IX

Se extendió la conversación hasta pasada la tarde, que ya era noche, debido a la época del año. Se podían oír las ráfagas cada vez más nocturnas, resonando en el techo, las paredes y en el jardín.

Iván admiraba callado y volteaba la cara para quien estuviese hablando, sea su madre, sea su hermana. Helena contaba a su familia algunas anécdotas del viaje: Había recorrido medio mundo.

El aroma a avellanas flotando en las plazas italianas, mientras admiraba las esculturas de Miguel Ángel, fueron uno de los puntos de mayor minuciosidad para describir, como también los vendedores en Corea, que la seguían cientos de metros para venderle ropas a sólo algunas monedas; Los españoles, de una actitud mas bien dura y reservada -“Parecidísimos a mamá”- susurró pícaramente por lo bajo a su hermano, que dejo caer una sonrisa de aquellas que no enseñan los dientes; habló de América toda, destacando los rasgos de pasión, y sobre todo: La Música.

Habló de la cumbia en Colombia, que hipnotizaba a quien la oyera más de 4 segundos, y haría bailar a su victima hasta no poder más (o hasta caer dormida, lo que sucediese primero); también dedicó empeño a los distintos tipos de Rock norteamericanos, que sorteaban desde melodías alegres y liricas con no mucho sentido, hasta una letra de una profundidad abismal, y una melodía de mil tristezas. El tango también entró en la lista, con su potencia y su personalidad, que movía las pasiones como olas enfurecidas en las costas australes.

Su Aíd apareció en la música, y su madre se alegró de ello, lavando las cucharas del café, indiferente.


Capitulo X

Se hizo tarde y el sueño se coló por debajo de la puerta y por las persianas cerradas. Elena ya un poco cansada de retomar recuerdos antiguos, se detuvo y miro a su hermano que seguía observándola fija.

-Por hoy ya dije mucho, ¿no?- preguntó divertida a su hermano –Por mi seguí, esta muy interesante…- expresó Iván, mientras apoyaba la cabeza en la mesa y comenzaba a mirarla hacia arriba.

-Yo me cansé… ¿y si le damos un rato al piano?- Era la frase que siempre esperaba el Iván de setenta y nueve años, entre ladrillos de juguete y muñecos de trapos hechos por las manos de su madre, cuando aún la mujer conservaba esa gran energía, aquella que se fue con su marido.

-¡Dale!- exclamó sorprendido, -me encantaría- dijo inmediatamente después, rectificando el tono. Hacia mucho que no oía algo de música, aún mas de su hermana. Elena se mordió el labio inferior en un gesto muy particular de ella, que indicaba que el tiempo le había pasado muy rápido.

Se aproximó al piano, quien se preparó para ser ejecutado. La muchacha movió el pequeño banquito de una madera también café, y levanto la tapa de las teclas. Se mostraron cincuenta y tres teclas blancas, en la zona inferior, y treinta y seis negras, sobre las anteriores. Ellas estaban lustrosas, sin embargo, la edad tocó una sonata que no duró menos de veinte años. Las teclas estaban gastadas, y las puntas de unas cuantas estaban quebradas e inclusive faltantes. La tela de color rojo sangre, que adornaba, estaba raspada, sucia y malgastada. Los tres pedales, sin embargo, estaban resplandecientes, aunque el dorado que lo recubría dejaba ver vestigios del verdadero metal del que estaba hecho.

Separó el asiento del instrumento a la distancia correcta. Puso las piernas a noventa grados, y se erguió tomando una postura y un semblante honorables. Posó esas suaves manos sobre las teclas, y repaso las notas desde las mas graves hasta las últimas agudas, con paciencia y precisión. Estaba perfectamente afinado.

-¿Las cuerdas son nuevas?- dijo, inmiscuyendo a su hermano en sondeo. –Las habré puesto hace dos o tres años, es el cuarto cambio desde que te fuiste- dijo Iván seguro, como si llevase la cuenta. -¡Ja! Como si hubieras sabido que venía- concluyó Elena.

Se sonó los dedos, y la espalda, y poco a poco comenzó a tocar el Piano.

Bruno Daniel Martínez – Aíd


Que bambalinas pretendo?

Es ahora este blog el nuevo la forma de postular toda idea, todo sentimiento e inspiracion que me arremeta.

Quiero tambien hacer de algunas entradas, una buena fuente de ideas y conclusiones... con el tiempo se van a ver...

Espero agraden de esto, y no me pregunten el porque del titulo... porque no tengo intencion de explicarles nada. :)

Asi entonces, cambio y fuera para mi primer entrada de este blog que veo prometedor