23 septiembre 2011

Entre el Piso y la Pared

El alemán gritó guturalmente y los soldados los golpearon, ubicándolos en una hilera contra la pared. La victoria era total y el orgullo parecía emerger desde los Panzer y las Handgrännades. El grupo contra la pared estaba formado por cinco personas: cuatro judíos y un soldado estadounidense. El último, delgado y pálido, apenas si podía cargar con su equipamiento. En el intento de reunirse nuevamente con su pelotón había perdido su casco, dejando a la luz su cabeza afeitada.
-¡Preparado! - el cabo que los fusilaría era un joven robusto, de cabello rapado a cero, de ojos claros como el teniente. El fusil se alzó hasta quedar paralelo al suelo. El estadounidense, a quién nadie recordaba, rememoró los gritos de su teniente, las humillaciones que pasó por demostrar miedo, las burlas de sus colegas, los disparos, los insultos, su madre enseñandole a no maldecir, su padre haciéndolo, el alcohol, las heridas, el brillo apagado de un fusil que lo apuntaba directamente. Recordó Broadway, el cine, Tom y Jerry. Sonríe. El humo elegante del cigarro, la mano del hijo de puta levantada, que Dios bendiga a América y fuck you all, motherfucker germans, el estruendo, el calor de la sangre, el frío Stalingrado y el negro tranquilo de una muerte valiente.
El resto del paredón no gozaría de la exclusividad de una bala. Cuatro judíos alineados. Tres hombres cabizbajos, completamente sucios. Uno de ellos, queriendo huir por una cloaca, miraba los pies del alemán cubierto de mierda seca. Su hedor le recordó, al soldado, a las ratas de su pueblo. El führer tenía tanta razón. Al frente una mujer con su niño en brazos. De las narices de los dos últimos brotaban mocos húmedos y terrosos. Los ojos hinchados del niño y la exclamación del teniente. Baja su mano como una guillotina y el mismo trozo de plomo atraviesa y mata a tres de las ratas. Quedan el niño y el judío al último. Ambos lloran. El oficial toma su pistola: dos tiros a cada uno. "El teniente nunca calcula bien" se guarda el soldado para sí, mientras regresa al cuartel.