30 septiembre 2012

Fenómeno - 1er Encuentro

      Sin rodeos: me ausenté. Hace ya meses que no limpio el polvo de por acá. Comencé a escribir unas cuantas veces, pero a la mitad algo me distraía del tirón, y el texto quedaba agónico y vacío. Pero esta noche de domingo les tengo que contar algo.
      ¿Vieron esas cosas que nos pasan, que mientras pasan uno acciona y reacciona sin pensar demasiado y cuando terminan siente que nunca las vivió, o que las vió en una película? fue algo así, pero muy intenso.
     Comenzó la primavera. Ya está repleto de mosquitos, los amigos distraídos aparecen con las narices y los cachetes colorados y las pecas alborotadas. Mi vida cambia solamente en la energía y el buen humor inevitable de los días soleados. Así estaba todo ese día. Venía caminando cerca de la facultad con un gran amigo, de esos que son más que mates y salidas. La charla rotaba en uno de mis interminables monólogos sobre cómo deberían ser la felicidad. Estaba compenetrado, ponía cada una de mis fibras musculares en sonar convincente. Hasta abría los ojos cuando decía algo sorprendente. Y así, en esa charla desiquilibrada, entramos a mi facultad y fuimos al buffet.
      Tiramos nuestras pertenencias sobre la mesa marcando territorio. Mi amigo se sentó a la mesa, tomé su orden y me dirigí a la barra. Entre tanto saludo con conocidos y amistades, una figura (llamada persona) entraba en la habitación de vez en cuando, buscando mesas, midiendo el tiempo que tardarían en llevarse el alfajor y el café en función de los ya esperadores. Ninguna persona bastaba más de un relojeo para distinguirla: la conocía, no la conocía. Pero en eso, aparece este ser.
       Para entender todo el fenómeno, me parece indispensable comenzar desde lo más elemental hasta lo más complejo. Era un humano. Hembra: Mujer. Su contextura física no enmarcaba nada extraño. No tenía ninguna particularidad visual que llamase la atención, y su actitud no se diferenciaba perceptiblemente de ninguna otra mujer del salón. Y aquí comienza lo extraño. Lo enuncio:
      *El papel indicando mi turno para ser atendido se volvió un objeto sin sentido.
      *Aquellas personas que se encontraban entre yo y esta presencia, eran obstáculos. Mi visión los convirtió de seres dotados de pensamiento, a bultos animados que bloqueaban mi vista.
      *Una especie de membrana invisible se formó alrededor de mis pensamientos más ingeniosos. Todo el brotar creativo se vió limitado a una película de colores saturados, en la que la única escena era yo, y el ser, unidos de diferentes maneras. Desde caminando por la facultad, hasta enredados en el piso de mi departamento.
       *Un inmediato olvido de todo aquello que tenía que adquirir para mi amigo.
       *Un inmediato olvido de la existencia de dicho amigo.
       Codeé a un conocido que tenía cerca, y le pregunte por el sujeto hembra.

        Me dijo su nombre, y lo expongo aquí como el primer paso de esta investigación: se llama Romina.

       Seguiré actualizando el blog con posteriores encuentros.

























30 julio 2012

Más que Viento

Si volasen los arroyos no entenderíamos nada.
Si crecieran las rocas poco podríamos hacer
porque nuestra cordura se perdería en el vagar.
Entonces, ¿qué sorpresa nos retiene?
¿Qué es aquello que nos liga al cemento quebradizo y nos dice que no hay momentos para volver? ¿Qué es lo que nos olvida recostados, y nos convence que no existen las cosas mayores que nuestras propias mejillas?

Es el vacío, eso es. Viento rugiente que nos rellena los vínculos. Es lo que hay entre las grandes certezas que nos mantienen unidos. No son férreas cadenas o pegamentos eternos. Es simple viento invernal, y nosotros tan tranquilos.

Si nos dijeran que lo que nos vuelve sanos es simple viento, dejaría el aire de ser aire y sería una nada destructiva. Porque necesitamos creer que el vacío es viento, y que el viento une.

Porque lo único que nos mantiene enteros, es creer que lo estamos.