06 abril 2011

Espacios

No sé si te acordás,
éramos chicos, y entendíamos todo tan diferente.
Porque, efectivamente, las realidades de entonces
son tan reales como las de ahora.

Yo me acuerdo que estaba acostumbrado,
MUY acostumbrado a sufrir desilusión.
Viste que yo siempre fuí muy imaginativo,
y dentro de mí,
las películas se formaban muy distintas
a como se forman ahora.

Siempre (normalmente) terminaban mal,
y yo sentía ese mareo leve y localizado:
Esa sensación en el pecho fuerte,
como si faltase algo.
Le dicen que se rompe el corazón,
pero yo no escucho nada,
y como que el corazón sigue latiendo.
Asi que, no voy a por esa metáfora.

Ese agujero chistoso.
Porque con vos
siempre aprendimos a verle lo hermoso
a las cosas que la mayoría
le atribuía directamente al dolor.

Dolor es golpearse el dedo meñique
contra la pata de una silla,
no es ver a tu idea
no siendo lo que pensaste.
Eso no duele, eso defraudará,
romperá ilusiones,
te hará cosquillas,
te hará enojarte automáticamente,
te hará pensar,
y te enseñará que caminar sólo a veces es nocivo,
pero dolor,
no es dolor.

Bueno, si no lo recordabas,
ahora seguro te volvió a la memoria.
En fin, llevo muchos años sin ese agujero.

Pero pasó algo raro:
¿Viste cuando vivís con tus papás,
que comés comida casera,
mirás la tele tranquilo,
o pensás en absolutamente nada
durante más tiempo del que se recomienda?
bueno,
sabés bien como yo
que cuando te vas de casa,
embriagado de lo nuevo, te distraés
y le restás importancia.
Pero cuando te sentás tranquilo,
cuando te das tiempo de pensar
te acordás y extrañas, viejo.
Extrañás.

No desesperadamente,
no es que querés volver y estancarte.
Pero es cómo un ¡Cómo me vendría!.

Bueno, eso me pasó con el agujero,
con esa sensación tan rara y tan obtusa
que desgastamos noches en explicarnos.

Fué una situación rara,
porque estaba distraído.
Sabemos que yo NUNCA
me distraigo de esas cosas.

Fué como estar en la puerta de mi casa
en Rio Grande,
hablando con alguien que no puede
o no quiere entrar,
y que sin aviso,
un viejo desnudo aparezca
haciendo el paso de Michael Jackson,
ese que va en reversa.
Imaginate al hombre compenetradísimo,
en la suya.

ASI me sorprendió.
Te lo podría llegar a jurar,
si creyese en algo que no muera.
Y me agarró de repente ese vacío,
y me hizo sonreir.

Porque antes que dolerme,
me hizo acordar de tantas cosas.
Tantas nostalgias y tantos ánimos que nos dimos,
por sentir eso que al final
terminó por ser lo más natural del mundo.

Lo curioso,
lo que amo de todo esto,
es simple.
No crecimos,
no maduramos,
sólo aprendimos a no sorprendernos.

Todo está en la Caja.
Podés enterrarla, pintarla,
decir que adentro no tiene nada,
o que tiene otra cosa,
podés ponerle una tela,
usarla de mesita ratona.
PERO ESTÁ,
y tiene lo que siempre tuvo.

Ahora me alegra,
porque sufrí sin doler.

Recordé lo que es ser humano,
y lo que es ser jóven.
Ser jóven se es siempre,
sólo que el cambiar
lo va decorando.

Me acordé lo que es amar
sin sentido ni fundamento,

Amar mal.
Cosa que había descartado con la mayor impunidad.

Ah,
lo que me causó el agujero...
¿Que importa?
Lo que está pasando acá,
en el pecho,
es como más importante,


¿Ó me equivoco?

No hay comentarios:

Publicar un comentario