02 julio 2011

Una del Frío y del Cielo.

Nos sorprende el ruido a cascos de caballos en la calle.
Son decenas.
El sol, con dificultad, sube el horizonte
como si se tratase de un acantilado.
Y allí, ambos de la mano. Cálidos y abrigados.
Desprolijos, porque así lo exige la pasión.
Un aire fresco se cuela por la ventana
y ambos nos estremecemos.
Te susurro algo al oído, y te limitas a sonreír.
Yo estoy contento, sólo tenía que decirlo.
Mi mano te recorre y se asienta en tu mejilla.
Así también mis ojos, que se refugian en los tuyos.
En estos momentos dejas de ser un nombre,
y pasás a ser un sentimiento en cuerpo.
Sos una emoción con un contorno real y palpable.
No sos perfecta, y está perfecto.
No sos una, sino todas las que tanto se necesitaron
y que los bloques no me dejaron alcanzar.
Sos mi logro, como yo me siento el tuyo.
Sos una acción, sos gestos, sos palabras que no salen de una boca.
Vos sos en cuanto te siento y te huelo.
Nos hacemos reir,
porque eso es lo que hace la verdadera belleza.
La única forma de sabernos reales,
es recreandonos en lo poco que existe.
Y ese poco, hoy, nos llena el cielo violeta
que cambia depende de donde lo miremos.
Lo completa y no tengo dónde más que mirar,
que a tu boca.


Vos no tenés donde más mirar, que a mi sonrisa.

Cruje la Banca Verde, cuando me pego a vos,
y le quito el frío a tu flanco izquierdo.
Nos reímos.

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