15 mayo 2011

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A veces, olvidarse de la propia escencia
es tan fácil como conectarse a Internet.
Ceder tus sentidos, tu conocimiento,
tu creatividad y tu fuerza de Voluntad,
vuelta Iniciativa, a una computadora.

La desaparición psicológica y espiritual vía web
es la práctica catártica más simple hoy en día.
Es aquella donde las grandes pequeñas poblaciones,
dueñas de apenas sí mismas, convergen con los más
deslustrosos pecados ortográficos,
o con los más honorables fines, en contraposición.

Las almas binarias se abrazan, besan y
comprometen en una escafandra tan estúpida,
sosa y mefijusta como la fuente Calibri.

Los árboles se tornan banners, el cielo en wallpapers,
la mismísima tierra se vuelve una barra de tareas.

Nosotros somos una asquerosa flecha blanca
que no es capaz ni siquiera de girar sobre sí misma.
Una flecha que no tiene ni ojos, ni pies, ni alma.

Lo mejor, lo irónico, es que TODOS,
tarde o temprano, somos la condenada Flecha.

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