31 agosto 2009

Ante y todo, y sobre ello, miré angustiado su sonrisa acongojada
Resopló entonces y dejó caer sobre mi marea de ira una idea
que lustrosa desbarató toda malintención.

"Harás de ti el resto. Soplarás las velas de los barcos de otros.
Sonreirás lagrimas ajenas, y arrastrarás problemas
de los que no formas parte.
Serás así para tí, para mí, y para tu Dios,
aquel que merece morir con rapidez,
pues es este mundo, sulfuroso de inconsistencia,
el mundo al que no perteneces.
Tu mundo habría de ser merecedor de tales tratos,
habría de ser recíproco e igualitario,
pero tu, hombre bueno entre humanos sin cuajo,
no entiendes esta idea, pues tu bondad te enceguece.
Puedes intentar mejorar tu resto,
puedes empujar ruedas triangulares
pero este mundo, que es gargantuesco,
sera lo abarcado que no has de apretar"

Mi Dios es el resto le respondí. Aún hoy persiste mi cojera,
del hombre que junto a mi se sentó en la banca, y con afán de justicia
y rectificación hundió la pulida madera de su bastón en mi pié.

Aún dudo...

¿Pero porque esperar?
Gente hoy brota de sufrires,
y yo insolente e ignorante,
he de hacer algo, para que esa desesperanza desista,
por lo menos durante un abrazo



Bruno Daniel Martínez

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