07 marzo 2010

Opus a la Confusión


Como un director de sinfonía
se vio a si mismo,
parado en una roca,
dirigiendo las olas de su ira
no destinadas a nadie mas que a él.

Alzaba sus manos,
y el saco se torcía de manera ruda
y las crestas estrepitosas
estrellaban contra la saliente.

Oía chelos
y los imaginaba afinando,
todos al unísono,
Frenéticos y revoltosos.

Todo repentinamente
tomaba calma,
y profunda, agonizante
melancolía
y algo de dulce confusión.
Los chelos en una nota Menor
que nunca fue tocada,
mojaban y lustraban
sus zapatos negros de charol
y el agua se escurría por los torpes recovecos
de una áspera piedra negra.

El mar, aún turbio,
se relajaba, pero aún no estaba satisfecho.
Algo no se respondía todavía.

Entre el opaco y violáceo cielo tormentoso
un haz de luz cubrió la batuta que sostenía en la mano.
¡Una salida!

Caricias que instantáneamente
enseñarían a sonreír con Vigor.

Sin embargo, antes de llegar a ese cálido velo.
El corazón se atraviesa por una duda.
Perfora con fuerza y sin discreción
y hace el esbozar sonrisas tarea imposible.
Aplaca toda esperanza,
y lo único a lo que invita
es a tener precaución
antes de bajar la guardia nuevamente.

Entonces los Chelos,
desafinados por el optimismo,
comienzan de vuelta la macabra sesión
y Él, decidido,
levanta ambos brazos,
desemprolijando nuevamente su saco
cuya forma serena
pareció nunca haber existido.

El agua salada lo empapa
y siente el gusto de lo que es
no poder Respirar.

"¡Eh!¡Che!¿Qué te pasa?"
'Eh, nada, pensaba un par de cosas,
¿que hacemos esta noche?'


1 comentario: