16 febrero 2010

Ella le extendió el matecito humeando, tomado por la manija para no quemarse.
"¿Y que le dijiste?" dijo Mariana, mientras se secaba las manos con ese repasador tan aspero.
"No me acuerdo bien, viste que cuando decis las cosas enojado te las olvidas... Le dije que no me interesaban esa clase de cosas. Que me deje en paz, porque ya habia hecho mucho por el, algo asi" fingía Sebastián, que recordaba exactamente, palabra por palabra, tono a tono, lo que le dijo en ese arrebato de furia.
"Pero qué... ¿De la nada?¿O ya venia la discusión desde antes?"
"No, hace un par de años tuvimos nuestros encontronazos. Pero nunca tan fuerte, ni tan definitivo, viste"
Mariana se acomodó sobre la silla de metal. Cruzó una pierna por debajo de la otra, y mientras miraba la calle que chispeaba un par de gotas, comenzó a sonarse los dedos.
"¿En que pensás vos? Estas un poco como perdida. Esa es la mirada la pones cuando tenes un problema, y no querés solucionarlo..." dijo Seba, como a ella le gustaba decirle.
Sin apartar la vista de la calle, sonrió amplia y tristemente, recordando lo mucho que Seba la conocía.
"Te peleas con tu Aíd, pero yo no estoy seguro de tener el adecuado... Tengo que averiguarlo de alguna manera, y no se lo quiero preguntar" Sentenció Mariana.
Se extendió el silencio, cómodo a juzgar por las últimas palabras. Seba reflexionó lo mas rapido que pudo, para levantarle el ánimo.
"Andá y preguntale" le dijo un poco apurado, con tono seguro.
"¿Esa es tu 'levantada de animo' seba?"

Ambos se conocian bien

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